quinta-feira, 20 de julho de 2006

Parque

"Mientras don Pablo, que es un miserable que ve las cosas al revés, sonríe contando lo de madame Pimentón, la señorita Elvira deja caer la colilla y la pisa. La señorita Elvira, de cuando en cuando, tiene gestos de verdadera princesa.
-Qué daño le hacía a usted el gatito? Michino, michino, toma, toma...!
Don Pablo mira a la señora.
-Hay que ver qué inteligentes son los gatos! Discurren mejor que algunas personas. Son unos animalitos que lo entienden todo. Michino, michino, toma, toma...!
El gato se aleja sin volver la cabeza y se mete en la cocina.
-Yo tengo un amigo, hombre adinerado y de gran influencia, no se vaya usted a creer que es ningún pelado, que tiene un gato persa que atiende por Sultán, que es un prodigio.
-Si?
-Ya lo creo! Le dice: Sultán, ven, y el gato viene moviendo su rabo hermoso, que parece un plumero. Le dice: Sultán, vete, y allá se va Sultán como un caballero muy digno. Tiene unos andares muy vistosos y un pelo que parece seda. No creo yo que haya muchos gatos como ése; ése, entre los gatos, es algo así como el duque de Alba entre las personas. Mi amigo lo quiere como a un hijo. Claro que también es verdad que es un gato que se hace querer.
Don Pablo pasea su mirada por el café. Hay un momento que tropieza con la señorita Elvira. Don Pablo pestañea y vuelve la cabeza.
-Y los cariñosos que son los gatos. Usted se ha fijado en lo cariñosos que son? Cuando cogen cariño a una persona ya no se lo pierden en toda la vida.
Don Pablo carraspea un poco y pone la voz grave, importante:
-Ejemplo deberían tomar muchos seres humanos!
-Verdaderamente.
Don Pablo respira con profundidad. Está satisfecho. La verdad es que eso de ejemplo deberían tomar, etc., es algo que le ha salido bordado." - in La colmena de Camilo José Cela

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